Ayer mientras me dirigia hacia Laracha tras una noche de fiesta en Ordenes, decidi coger el camino corto que transcurre a lo largo de una carretera secundaria.
La mayor parte del recorrido es a traves de frondosos bosques atravesados por una fina culebrilla de asfalto, las casas se encuentra apelotonadas en un numero no mayor que cuatro a lo largo del camino, pasamos al lado de una cantera en la que el alumbrado esta perfectamente direccionado a la altura de tu ojos para que un poco despues entrar en un tramo totalmente desprovisto de luz artificial y con gran cantidad de follaje disperso a lo largo y ancho de la estrecha via.
Y alli donde tenia que dar una curva de mas de 270 grados aparecieron dos ojos rojos alumbrados por las opticas de mi automovil y de la oscuridad se dislumbro un lobo de pelo grisaceo y ojos de tono asalmonado, un enorme lobo que a ojo de buen cubero aproxime al tamaño de un dalmata adulto y mas ancho que un boxer.
La verdad es que a las 5 de la mañana no esperas encontrarte con semejante bestia ante ti y mucho menos tras sufrir el deslumbramiento de un foco.
Maniobre el coche como pude para sortearlo y dejarlo otra vez envuelto en la mas inmensa oscuridad y echando cuentas de que la manada no andaria lejos.
Jamas me habia sentido tan desprotegido dentro del coche, su tamaño menguo y la robustez de mi Opel Kadett asemejaba la de una lata de refresco ante la proximidad de un animal silvestre, curtido e imprevisible se quedo inmovil mientras me alejaba del lugar maravillado por la magestuosidad del Canis lupus lupus e intranquilo por miedo a encontrarme con la manada.